jueves, 16 de octubre de 2008

ARTICULO DE Rodolfo Chang Peña

Como ocurre cada ve que llega una moda musical, hay quienes se dejan arrastrar por cualquier moda, únicamente porque está de moda y la incorporan a su diario vivir sin mayores miramientos, tal vez por su escasa identidad cultural o por cualquier otra razón; el reggaetón trata música moderna como cualquier otra. Su forma de bailar es natural, instintiva y hasta libertina como la sociedad de nuestros días y no dice nada.

Las dos o tres tallas de ropa más grandes que usan sus cultores representan el deseo de ser diferente, tal vez rebeldía. Nace de la calidez y espíritu festivo de Panamá y el Caribe, y así como hay rock también existe reggaetón. No todas las letras son fuertes e irreverentes y prueba de ello es que hasta música cristiana existe con el nuevo ritmo.

Musicalmente hablando, predomina el ritmo fuerte como si el objetivo fuera aturdir a los oyentes y su cacareado ritmo contagioso se reduce a cero cuando se escucha a bajo volumen.

Las letras con frecuencia tienen contenidos ligados al sexo, violencia y droga. Además, proyecta un mensaje machista y de abuso que rebaja y subyuga a la mujer.

Los niños y los jóvenes, sobre todo los todavía “no maleados”, incorporan por simple imitación los modales y actitudes de los “reggaetoneros” Es indudable que el nuevo ritmo es parte de la realidad actual y concordante con la actitud materialista, frívola e irrespetuosa muy común hoy en día.

Pero, las modas como vienen también se van. Así, los dividendos siempre serán mayores cuando los jóvenes sean orientados por dónde caminar, más que prohibiéndoles interactuar con el medio ambiente que les rodea.



Rodolfo Chang Peña*
El Diario de Hoy
editorial@ elsalvador.com

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